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Entrevista a la Red contra las Agresiones Machistas de Zaragoza

Entrevista a la Red contra las Agresiones Machistas de Zaragoza

Desde el Observatorio Noctámbul@s nos hemos desplazado a Zaragoza para hacerle una entrevista a lxs compañerxs de la Red contra las Agresiones Machistas de Zaragoza, una iniciativa surgida desde los movimientos sociales de su ciudad para dar respuesta a esta problemática. En esta extensa narración nos hablan de temas como el consentimiento, las acciones que realizan, su posicionamiento en cuanto a la prevención, atención y autofensa feminista, entre otras muchas cosas, y nos ofrecen claves para seguir reflexionando y actuando para erradicar las violencias sexuales y sexistas. Muchas gracias por vuestro tiempo y energía.

¿Cómo y porqué nace vuestra red?

Nace como respuesta a la necesidad de proporcionar herramientas al margen de las institucionales habituales, las cuales consideramos tenían numerosas deficiencias en su capacidad de reacción ante la diversidad de casos que pueden presentarse; surge ante la necesidad de la creación de una red de apoyo y gestión ante estas agresiones, ya que no se trata de un problema individual sino estructural. Consideramos necesario crear un espacio común en el que poder tratar estas problemáticas y que no se queden en meras cuestiones privadas y/o ignoradas; al tratarse de problemáticas colectivas, éstos deben tener también respuesta colectiva.

Los objetivos principales fueron ofrecer una mayor cercanía, empatía y sororidad con las afectadas que desearan enunciar sus vivencias en un espacio de seguridad, y con la garantía de que iban a ser escuchadas desde el primer momento, y se iba a seguir el camino que ellas decidieran, respetando siempre su principio de autonomía, pero contando con todo el apoyo que necesitasen.

Muchas no nos sentimos cómodxs/arropadxs cuando experimentamos situaciones de violencia, no sólo en el ámbito/laboral/de pareja/familiar/de ocio/etc, sino incluso en los propios círculos de activismo. Queríamos proporcionar ese apoyo y esas respuestas, en la medida de lo posible, a todxs aquellxs que lo necesitasen, y tratar de evitar los conocidos “amiguismos”, que protegen a los agresores incluso dentro del activismo.

¿Quiénes la componen?

Somos un espacio en formación, integrado por gente de diversa índole. Somos un espacio mixto, autogestionado y horizontal que busca apoyar y ayudar en la gestión de todo tipo de agresiones machistas tanto en el ámbito público como en el privado.

¿Cómo os articuláis con movimientos sociales, entidades, instituciones…?

En  un principio nosotrxs lo que hacemos es derivar los casos de las personas que acuden a nosotrxs en busca de ayuda a la entidad que creemos le atenderá de forma más adecuada a sus necesidades, ya que no disponemos de gabinetes de asesoramiento  psicológico ni judicial ni estamos formadxs para ello. Por lo tanto en los casos que requieran de ayuda externa lo que solemos haces es facilitarles toda la información de a dónde pueden acudir. Tenemos dos octavillas en las que informamos de los servicios gratuitos a los que recurrir en la ciudad.

Habéis desarrollado algunas acciones de diversa índole como la del “brazalete morado”, punto informativo, acompañamiento a las víctimas… ¿Podéis profundizar un poco más en ellas?

Kit Pilares

Durante la celebración de las fiestas del Pilar 2015, nuestro colectivo llevó a cabo una campaña de concienciación contra las agresiones machistas en el ámbito festivo. Esta campaña estaba centrada, fundamentalmente, en tratar de hacer presente la realidad a la que nos enfrentamos cada día en la calle, y que se complica con la llegada de eventos festivos de este tipo. Se repartieron en los principales lugares de ocio durante los festejos kits de prevención ante situaciones de acoso sexual. Los kits fueron producidos a través de la autogestión del colectivo, y contenían los siguientes elementos:

  • Un panfleto con algunos consejos sobre cómo actuar ante una situación de agresión, dirigidos tanto a la persona que se está sintiendo agredida como a las personas que están presenciando una agresión.
  • Un pequeño tríptico con ilustraciones que desarrollan el concepto del “consentimiento”, un punto esencial que suele dejarse a un lado, sobre todo en momentos de ocio y evasión.
  • Una representación de una alarma sonora con la frase «En caso de emergencia hazte oír», ya que al hacernos oír mediante un silbato, alarma o cualquier sistema sonoro que tengamos a nuestra disposición, podemos tratar de disuadir al/los agresor(es), y podemos llamar la atención de la gente que esté a nuestro alrededor sobre lo que está sucediendo.
  • Dos pegatinas con los siguientes lemas: «Babosear o ser plasta no es ligar, es agredir» y «Si no haces nada al presenciar una agresión eres cómplice», con el fin de propiciar un cambio de conciencia en la ciudad.

Caso City

En noviembre de 2015 hubo una oleada de pánico debido a la difusión de unas agresiones sexuales ocurridas en dos barrios de Zaragoza: Delicias y la zona universitaria (zona City).

Desde la Red quisimos actuar ante esto dejando a un lado si los rumores eran ciertos o no, ya que las consecuencias que estaban teniendo eran las mismas: estado de alerta recomendando a todas las mujeres que no frecuentasen esa zona solas (queriendo decir: sin hombres a su lado) y menos de noche; fomentando así además la imagen aterradora y poco fiel a la realidad de las estadísticas del violador desconocido en un callejón.

Quisimos romper con la idea de que existe un prototipo de violador, y evidenciar que los violadores pertenecen a cualquier edad, clase y raza. Para ello, nos dedicamos a pegar carteles y pancartas por ambas zonas recalcando todas estas ideas. Además, facilitamos algunas herramientas como números de teléfono a los que poder llamar en caso de resultar agredidas y, ante todo, reivindicamos que la autodefensa es siempre legítima.

Biciclista tocaculos

Nos llegaron testimonios de primera mano acerca de varias agresiones físicas cometidas por un ciclista en la zona del Arrabal y ribera del Actur. Nuestra acción se basó por un lado en pegar carteles a lo largo del carril bici y en empresas que se situaban cerca, y por otro mandar un email informativo a las asociaciones vecinales de la zona informando de lo ocurrido.

A raíz de esta campaña, muchas mujeres se pusieron en contacto con nosotras para comunicarnos que habían sufrido agresiones también por biciclistas machirulos que van en bici. Algunos coincidían con la primera descripción y otros no.

Denuncia en espacio público

Somos conscientes de la necesidad de denunciar las agresiones machistas que sufrimos en los espacios públicos, de ocio y nuestros espacios privados. Estamos hartas del punto de vista que toman los medios a la hora de denunciar estas agresiones, que lejos de afrontar el problema como un problema social y estructural apuntando hacia el agresor, nos previenen y nos hacen responsables a nosotras las mujeres de cualquier agresión que podamos sufrir, que no volvamos solas, que no nos distraigamos, que no vayamos a según qué zonas, que vivamos con ese miedo constante. Con esta presión que se ejerce hacia nosotras además de sufrir el acoso y la violencia machista, se limita nuestra autonomía, utilizando además estos avisos como un ‘’ya te lo dije’’ cuando se produce una agresión, volcando toda la responsabilidad sobre las agredidas y sin en ningún momento hacer alusión al agresor. No necesitamos paternalismos, necesitamos que se señalen a los agresores, que haya una respuesta social y colectiva hacia las agresiones y sobre todo que los agresores no agredan.

Brazaletes morados

Durante la Semana Cultural de la Madalena decidimos llevar a cabo una iniciativa para prevenir y dar respuesta a las agresiones machistas que se produjesen durante estas fiestas. Como ya sabemos las mujeres sufrimos agresiones diariamente, y los ambientes festivos no están exentos de ellas sino que, además, éstas se ven excusadas por el alcohol, drogas… Creemos en la necesidad de unirnos para que estas fiestas sean unas fiestas feministas libres de agresiones, en las que el apoyo mutuo y la sororidad marquen este tipo de eventos.  Necesitamos organizarnos para defendernos mutuamente y a nosotrxs mismxs.

La iniciativa consistía en que varias personas llevásemos un brazalete morado durante las fiestas, de manera que en el caso de que se diese cualquier tipo de agresión machista se pudiese acudir a nosotras en busca de apoyo y respaldo. Realizamos un cartel en el que se indicaba esto mismo: Estas fiestas, si sufres una agresión machista o necesitas apoyo feminista, busca el brazalete morado. Y la idea es que cada une se fabricase su propio brazalete y se lo pusiese cuando fuese a acudir a algún evento de las fiestas; se agradecía la difusión entre amigxs y hermanxs que pudiesen estar interesadxs.

Enviamos el cartel que habíamos diseñado a diferentes colectivos de la ciudad para que desde los colectivos o a título individual cada une se autogestionase para imprimirlo y pegarlo en las zonas/bares/concis de los eventos durante las fiestas. El brazalete morado podía estar hecho con cualquier material (una bolsa de basura recortada, un trozo de tela, incluso cinta de carrocero pintada). Lo importante era que fuese morado para que se identificase como parte de esa iniciativa.

¿Qué posicionamiento tenéis respecto a relación entre uso drogas y violencia sexual en contexto de ocio nocturno? ¿Según vuestra plataforma, por qué hay más agresiones en espacios festivos y bajo el consumo de sustancias?

Volvemos a la presunción generalizada que existe en torno a la concepción del consentimiento y, por ende,  a la culpabilización. El “consentimiento” es un punto esencial que suele dejarse a un lado, sobre todo en momentos de ocio y evasión. El consumo de sustancias químicas u otras drogas creemos que jamás debería ser ni un agravante a la culpabilización de la persona agredida (culpabilizar a la persona agredida de “no haber sido capaz de pararle los pies al agresor”, no decir que no claramente, etc) ni un atenuante a la actuación de la persona agresora, en ningún caso puede justificar una agresión sea del tipo que sea (“ya sabes, iba borracho y no controlaba”, “él de normal nunca lo haría”…).

Que se justifiquen agresiones con la ingesta de alcohol o consumo de otras sustancias denota la importancia de educarnos en el consentimiento y de comprender que si este no se ha expresado de forma explícita es que no se ha dado, sólo un “Sí consciente, consentido y libre es SÍ”. Recordamos la campaña “Don’t be that guy” en la que nos apoyamos un poco para nuestro kit anti-agresiones y que dice “solo porque no diga que no, no significa que sea un sí”.

Como es obvio, vemos alarmante el uso de drogas como sedante  por parte agresores (individuales y en grupo), cada vez más presente. Tanto, que incluso en los medios de comunicación masivos se hacen eco de ello.  Y esto nos demuestra que los agresores están dispuestos a hacer uso de las armas más abusivas, brutales e invasivas con tal de conseguir su objetivo, y que no merecen ningún tipo de consideración más que la de su condición de agresores machistas, y su correspondiente condena social. Sin embargo, y a pesar de la sistematicidad de este tipo de actitudes, el entorno que rodea a estos agresores no suele mostrarse del lado de la persona agredida, sino que excusa la agresión y culpabiliza a su objetivo, responsabilizando a las personas agredidas. Tampoco suelen hacerlo aquellas personas que presencian la agresión y son conscientes de ella, incluso sin formar parte del entorno directo del agresor. Esta pasividad facilita la sucesión de agresiones y deja vía libre a los agresores, que no se sienten amenazados ni limitados a la hora de actuar. Es esencial que el propio entorno que presencie las agresiones actúe y se implique en repudiar a los agresores.

Últimamente, algunos discursos problematizan el lugar pasivo / responsabilizador en el que coloca a las mujeres la idea del consentimiento o el lema “no es no”. ¿Es el “no es no” es suficiente? ¿Cómo entendéis el consentimiento?

Por desgracia, todxs sabemos que remarcar el “no es no” sigue sin ser suficiente. Parece que, en muchas ocasiones, los agresores exigen que se marquen más los límites del respeto interpersonal, ya que ellos mismos no parecen “capaces” de hacerlo. Para ello, más que la autodefensa individual (aunque sin apartarla), vemos imprescindible la sororidad y la unión de fuerzas entre todas aquellas agredidas/potenciales agredidas, que somos, al fin y al cabo, todxs nosotrxs: personas sin privilegios de género frente al hombre cis. Las medidas ofrecidas desde los niveles institucionales no dejan de ser paliativas, por lo que es vital centrarnos (y centrar acciones en campañas) en atacar el foco del problema: los agresores. Sin agresor, no hay agresión. No debemos dejar de lado el apoyo a las supervivientes de las agresiones, pero la mayor visibilización debe basarse en señalar abiertamente a quienes generan las situaciones de violencia.

Consideramos el consentimiento  como algo básico en cualquier tipo de relación o encuentro sexual, del tipo que sea y en cualquier contexto; por lo tanto, si no se ha expresado de forma explícita dicho consentimiento, es que no se ha dado, sólo un “Sí consciente, consentido y libre es SÍ”.  Con esto queremos decir que no sólo el “sí” de una persona en estado de embriaguez o bajo el efecto de otras sustancias no es un “SÍ” aceptable y real, sino que tampoco significa que haber dicho “SÍ” antes, y manifestar un “NO” después, o usar una ropa determinada, sea motivo de agresión. “Mientras que cada ‘no’ significa NO, no todos los ‘sí’ significan SÍ”[1]

Así como el consentimiento es un principio fundamental en la legislación occidental, la cultura patriarcal que nos domina elimina dicho principio cuando nos enfrentamos a cuestiones de sexo y género, sobre todo cuando tienen que ver con casos de agresión sexual. Aquí, el consentimiento se convierte en una leve neblina que no tiene el peso que debería a la hora tanto de cortar el índice de casos de agresiones machistas, como de repudiar aquellos que se han producido. Y es a través de esa poca consideración que se tiene sobre el consentimiento sobre la que respaldan los casos de agresión sexual en los que más se culpabiliza a la persona agredida (estaba bebida/drogada/dormida/lo iba pidiendo por su actitud o vestimenta/etc.)

De esta forma, quizá deberíamos plantearnos hablar no sólo de “consentimiento”, sino de “consentimiento afirmativo”, para hacer que los encuentros sexuales entre personas sean totalmente libres, consensuados, y “basados en el deseo y entusiasmo mutuo”.

Somos conscientes de la necesidad de denunciar las agresiones machistas que sufrimos en los espacios públicos, de ocio y nuestros espacios privados. Estamos hartas del punto de vista que toman los medios a la hora de denunciar estas agresiones, que lejos de afrontar el problema como un problema social y estructural apuntando hacia el agresor, nos previenen y nos hacen responsables a nosotras las mujeres de cualquier agresión que podamos sufrir, que no volvamos solas, que no nos distraigamos, que no vayamos a según qué zonas, que vivamos con ese miedo constante. Con esta presión que se ejerce hacia nosotras además de sufrir el acoso y la violencia machista, se limita nuestra autonomía, utilizando además estos avisos como un ‘’ya te lo dije’’ cuando se produce una agresión, volcando toda la responsabilidad sobre las agredidas y sin en ningún momento hacer alusión al agresor.

Rechazamos el esquema víctima-agresor, propio de la crónica de sucesos, según el cual existe un agresor (que es el hombre malo, el monstruo, el enfermo, la excepción) y una víctima (la que necesita auxilio). Este esquema, además de llevarnos a cuestionar el grado de responsabilidad del agresor sobre sus actos, hace que éste ocupe un papel principal, posicionando a la mujer agredida en un segundo papel, con lo que se la sitúa en una posición de incapacidad: todo lo que diga o haga la “víctima” será leído en clave de reacción emocional, nerviosismo, impulsividad e indefensión.

Debemos reconocer la estructura de la violencia machista para así crear las condiciones necesarias para evitarla y responsabilizarnos cuando sucede en nuestro entorno.

¿A quién pensáis que deberían ir dirigidas las campañas de prevención? 

Es evidente que si no se empieza a incidir en las campañas en los verdaderos responsables del problema, no podremos avanzar y la responsabilidad tanto de prevenir la agresión, como de enfrentarla o de haberla sufrido seguirá recayendo en la misma persona siempre: la agredida. Somos conscientes de que esto es un camino de largo recorrido, por desgracia, pero es vital que se señale con el dedo a los verdaderos responsables, se incida en la educación como prevención y en nuevos modelos de masculinidad no patriarcales. En cualquier caso, siempre es positivo el conocimiento de la autodefensa feminista, pero no ha de ser el pilar principal sobre el que incidir a la hora de concienciar, sino una pequeña columna en la que apoyarse, por pura supervivencia, y que ha de llevarse a cabo desde la voluntad de las propias agredidas o potenciales agredidas, ya que nos protege pero no ataca la raíz del problema. De la misma forma, es necesario incidir en la sororidad entre compañerxs, y unir fuerzas ante cualquier tipo de agresión.

 

¿Habéis pensado o trabajado en una lectura menos binarista y/o menos heterocentrada de la violencia sexual?

Nuestro enfoque procura ser siempre transfeminista e intentamos que en nuestras campañas personas de todas las identidades se puedan sentir empoderadas y apoyadas. Sí es cierto que, en ocasiones es difícil huir de la heteronorma; esto es algo que se debe trabajar y  tratar de visualizar más y más a través de todo tipo de campañas contra agresiones donde (sobre todo institucionalmente) no son representadas/incluidas. Desde la RED somos conscientes de que en muchas ocasiones caemos en este binarismo y heterocentrismo, ya que en un primer momento trabajamos desde nuestra propia experiencia con agresiones y en nuestro caso el patrón  era siempre el mismo: hombre blanco cis agrediendo a mujer cis. Pero somos conscientes que esto  es sólo una visión parcial de las agresiones, el abanico es mucho más amplio y es algo que tenemos como objetivo a mejorar, ya que creemos que sino estamos dejando de lado todas aquellas personas que no se sientan identificadas con este binarismo o heterosexualidad y estaremos colaborando a invisibilizar las agresiones que sucedan entre géneros no binarios y entre relaciones no heterosexuales.

¿Podéis señalar algunos retos y propuestas de intervención para erradicar estas violencias? 

Ningún espacio está exento de que en él se produzcan agresiones machistas, por eso creemos que hay que desarrollar herramientas y mecanismos que puedan hacer frente a estas situaciones de manera concienciada y común.  Es muy importante que una agresión no quede en el olvido, sino que tenga una respuesta manteniendo en el centro los cuidados, el apoyo y las decisiones de la persona agredida; y que ésta sea una respuesta colectiva. Evidentemente, éste es un trabajo arduo y a largo plazo, que marca a la vez el inicio y el sino del colectivo.

Somos conscientes de que, hasta el momento, llegamos a personas con un perfil muy determinado, que podría clasificarse como mujeres blancas cis heteros entre los 20 y 35 años; desearíamos poder extender nuestro trabajo y que fuese conocido por personas de otros perfiles que también experimenten agresiones machistas, y que no dudasen en acudir a nosotrxs. Por eso uno de nuestros objetivos es analizar o estudiar formas de conseguir llegar a un público más diverso, quizás mediante buzoneo de pequeñas octavillas en barrios con menor nivel de activismo político, pegada de pegatinas con teléfonos gratuitos a los que poder llamar en caso de necesitar ayuda, organización de cafés mensuales en centros cívicos, etc.

[1]             http://everydayfeminism.com/2015/11/the-problem-with-consent/

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