Prólogo:
«A punto de cumplirse 60 años de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, las diferencias existentes entre las mujeres y los hombres en cuanto a los factores que determinan su salud, la morbilidad y los tratamientos, se hacen cada vez más manifiestas, y el caso del tabaquismo no es una excepción. En términos de salud, la invisibilidad de las mujeres ha sido y sigue siendo un denominador común. Durante siglos, la investigación diferencial de la salud de las mujeres ha estado centrada sólo y exclusivamente en los órganos relacionados con la reproducción.
La falta de análisis de los factores de riesgo con perspectiva de género en las diferentes facetas de la vida ha llevado a que la mujer sólo se haya «beneficiado» de los avances producidos por las investigaciones realizadas en base a la población masculina. Ha habido que esperar hasta los años 70 del siglo pasado, para que salieran a la luz los primeros análisis que mostraban la existencia de diferencias en las enfermedades que afectan a hombres y mujeres, destacando en términos generales un nivel más pobre de salud y una mayor prevalencia de enfermedades crónicas en las mujeres.
En la conferencia «Las Mujeres y el Tabaco: comprender el pasado, cambiar el futuro» (París, noviembre de 1998), se puso de manifiesto que el tabaquismo en la mujer era uno de los problemas sanitarios existentes más preocupantes a nivel mundial, y no solo por las consecuencias tangibles que en términos de salud ya se estaban produciendo, sino porque la industria tabacalera había encontrado en la mujer uno de sus mejores filones para seguir enriqueciéndose.[…]»