Estudio realizado por Fundación Atenea
Departamento de Investigación, Innovación y Desarrollo
Con la financiación de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas
Investigación principal: Raquel Cantos Vicent y Carlos Molina Sánchez
Equipo colaborador: Elena García Martín
Junio 2017
«El estudio “Barreras a la inclusión social de la población drogodependiente cronificada” que Fundación Atenea presentó en 2015, con la financiación del Plan Nacional sobre Drogas, ya apuntaba la importancia que los factores macro-sociales tienen sobre los procesos de exclusión de las personas con problemas de adicción. Dentro de los factores macrosociales, la imagen social que existe de estas personas, emergía como un elemento fundamental en los procesos de inclusión-exclusión, ya que es aplicada sistemáticamente para orientar respuestas y actitudes de la sociedad hacia las personas con consumo problemático de drogas.
Estas imágenes, que representan un cierto consenso social más allá de las diferencias individuales, suelen ser negativas e inciden, por un lado, en la auto-percepción y autoestima de estas personas y, por otro, en sus procesos de inclusión/exclusión social, ya que están basadas en estereotipos y prejuicios que no responden a la realidad.
La estrecha relación que existe entre estereotipo, prejuicio y estigmatización, pone de manifiesto la necesidad de analizar la imagen social que existe de las personas drogodependientes hoy en día. Dada, además, la indiscutible responsabilidad que los medios de comunicación de masas y las Tecnologías de las Información y la Comunicación
(TICs) tienen en la producción y reproducción de estos prejuicios y estereotipos, deberían ser estos medios los principales elementos a estudiar.
Estas representaciones sociales se modifican en función del tipo de droga consumida. Así, la imagen social de una persona con consumo problemático de alcohol no es la misma que la de una persona con adicción a la heroína, por ejemplo, siendo unas más negativas y generadoras de estigma que otras.
Del mismo modo, las representaciones sociales varían en función de si la persona adicta es un hombre o una mujer y afecta de manera diferencial a unas y otros, siendo la imagen de ellas la más denostada socialmente, la que provoca mayor grado de estigmatización y, por tanto, mayores situaciones de exclusión y menores posibilidades de ejercer los derechos y obligaciones que la sociedad ofrece. «