Hoy, 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, el Departamento de Prevención de Fundación Salud y Comunidad reivindicamos la lucha feminista. Desde la línea #DrogasyGenero y otros proyectos afines que integran el Departamento (Proyecto Malva, En Plenas Facultades, Observatorio Noctámbul@s, lasdrogas.info y otras iniciativas de investigación y prevención) llevamos décadas trabajando para la incorporación de la perspectiva de género en el ámbito de drogas y adicciones y hoy, 8 de marzo, es un día importante.
El 8 de marzo es un día de reivindicación, protesta y activismo por diferentes motivos. Cada año nos posicionamos en contra del estigma y sanción social que reciben las mujeres usuarias de nuestros servicios por cuestión de género, una sanción que perpetúa desde la lógica androcéntrica de los servicios y desde miradas prejuiciosas desde la hegemonía social. Pero este año queremos hablar de nosotras: las trabajadoras del sector social, quienes nos desempeñamos profesionalmente en un sector que está altamente precarizado y -no casualmente- feminizado.
La segregación horizontal característica de las sociedades patriarcales marca la concentración generizada de personas en determinados sectores de la ocupación laboral: las mujeres solemos protagonizar los trabajos de cuidados y de atención a las personas, trabajos invisibilizados y poco valorados socialmente pero que, como señalan las economistas feministas, son la base para que una sociedad funcione, son esenciales, son fundamentales: sin cuidados no hay vida. A pesar de ello, las trabajadoras del tercer sector, con un 90% de los servicios externalizados (muchas veces bajo criterios que no garantizan la calidad de los servicios, sino el abaratamiento de costes): cobramos un 30% menos que el sector público; el salario más bajo del convenio de acción social es menor que el salario mínimo interprofesional; nuestros contratos se caracterizan por un alto grado de temporalidad, lo cual dificulta nuestra estabilidad; y un largo etcétera de precariedades y despropósitos que sólo perpetúan las desigualdades de género y otras como la procedencia o la clase.
La segregación vertical, a su vez, dificulta el acceso de las mujeres a puestos de dirección, coordinación o liderazgo, fomenta la infravaloración de nuestras competencias, favorece condiciones laborales más precarias y empobrecedoras y sigue reforzando la jerarquía machista.
En resumen: en el sector social trabajamos sufriendo las consecuencias más feroces del sistema patriarcal y capitalista. Descuidar el sector es descuidar los derechos de muchas personas. Descuidar el sector es descuidarnos a las mujeres.
Es por ello por lo que este 8 de marzo de 2023 salimos a las calles: para reivindicar que sin mujeres no hay economía, ni justicia, ni vida; para poner en el centro el bienestar de las personas frente a los beneficios financieros; para exigir la dignificación de nuestras condiciones y la inversión de recursos para ello. Este 8 de marzo salimos a las calles para seguir luchando y también para seguir celebrando: el poder nos quiere tristes y sumisas, pero alegres y combativas nos tendrá. ¡Viva la lucha feminista!