Hoy, 8M, nos hemos levantado fiesteras. Hoy, 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, el Departamento de Prevención de Fundación Salud y Comunidad reivindicamos el placer y la libertad sexual de las mujeres. Desde la línea #DrogasyGenero y otros proyectos afines que integran el Departamento (Proyecto Malva, En Plenas Facultades, Observatorio Noctámbul@s, lasdrogas.info y otras iniciativas de investigación y prevención) llevamos décadas trabajando para la incorporación de la perspectiva de género en el ámbito de drogas y adicciones y hoy, 8 de marzo, nos reivindicamos libres en un ocio nocturno que debería ser placentero para todo el mundo, seguro y exento de violencias machistas.
Lamentablemente, y como hemos visto con mucha intensidad últimamente, no lo es:
Cuando usamos drogas en contextos de ocio (y en otros entornos), especialmente las que no nos corresponden por mandato de género (las ilegalizadas, asociadas al riesgo y la experimentación), somos penalizadas. Se nos sanciona por no responder a las expectativas hegemónicas de la feminidad, por no cumplir con el modelo de “buena chica”, por “no moderarnos”, por la posibilidad de ser disruptivas, por experimentar placer. Además, si recibimos violencias y hemos consumido alcohol u otras sustancias, se nos culpabiliza a nosotras y se justifica a los agresores: “eso te pasa por beber, tú te lo buscaste”, escuchamos exhaustas. Reivindicamos la agencia y la soberanía corporal para decidir sobre nuestros consumos, sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras vidas, sin ser juzgadas, estigmatizadas ni culpabilizadas.
Cuando ocupamos el espacio público y festivo, espacio que se nos ha vetado o limitado para nuestro disfrute, se nos hace saber continuamente que es un espacio al que no pertenecemos. El acoso callejero, la naturalización de las violencias sexuales en la fiesta, la sexualización de las mujeres en la publicidad de los locales, nuestra cosificación a través de los precios diferenciados por sexo o las “copas gratis” para nosotras son estrategias que nos mandan un mensaje muy claro: somos productos de consumo, adornos en el espacio público y sujetos (objetos) invadibles. Reivindicamos nuestro derecho a la ciudad y a la ocupación de todos los espacios en condiciones de equidad. La calle y la noche también son nuestras.
Cuando nos mostramos como seres deseantes y sujetos de placer, se nos castiga. No resulta tolerable en una sociedad patriarcal -que relega la sexualidad femenina al tabú, al silencio, a la pasividad o a la complacencia del otro-, que experimentemos placer solas, con nuestras amigas o nuestras amantes. El estigma de “puta” y la sanción si recibimos violencia vuelve a hacerse presente: “mira cómo iba vestida”, “eso les pasa por ir solas (solas = sin hombres (¡!))”, “iba tonteando con todos, iba provocando” son creencias que están grabadas a fuego en el imaginario colectivo y que no nos cansaremos de problematizar. Reivindicamos nuestra libertad sexual, el poner el consentimiento en el centro, el valor de nuestra palabra y la credibilidad de nuestros relatos, sin que medien juicios y cuestionamientos machistas cuando denunciamos discriminaciones y agresiones.
Hoy, 8 de marzo, nos hemos levantado fiesteras. Quizás sigamos así hasta la noche, quizás nos vayamos a casa a descansar. Sea como sea, en la fiesta, en la mani, en la casa… EL PLACER TAMBIÉN ES NUESTRO.
¡Viva la lucha feminista!