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25 de noviembre, un año más…

25 de noviembre, un año más…

25 de noviembre, un año más…

Por Patricia Martínez Redondo. Técnica del Proyecto Malva en Madrid.

La violencia de género suele aparecer asociada a los malos tratos a mujeres por su pareja y ex pareja masculina. También a las muertes a mano de esas mismas parejas y ex-parejas; si examinamos las cifras (y al calor de lo que motiva este mismo artículo: la conmemoración del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia de Género o Contra las Mujeres, Internet aparece lleno de datos y estadísticas) son apabullantes: más de 750 asesinadas en 10 años. Diez años de la Ley Orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Diez años en los que la «gente», los medios de comunicación e incluso los y las profesionales del sector -y retomamos la frase con la empezamos este artículo-, asocian la Violencia de Género a la producida en el ámbito de la pareja y ex-pareja… Y entonces, un año más, tenemos que recordar que la violencia de género es mucho más: es toda violencia ejercida hacia las mujeres por el hecho de «serlo» (esto es: por ser leídas cuerpos mujeres, por asignarlas e identificarlas como tal en nuestra sociedad).

El término género expresa una desquivalencia estructural. Un sistema de dominación. Aunque podamos leerlo en clave de identidades (y es más que recomendable cuando de romper la dicotomía y binomio hombre/mujer se trata, y se manifiestan múltiples identidades más allá de esta dicotomía heterodesignante), el género se sigue manifestando como un sistema de organización social que genera/se inscribe en la subjetividad e identidad; es un concepto relacional, procesual y dinámico, estando su contenido en continua transformación; sin embargo, sus bases son la dicotomía «hombre-mujer»(estableciéndola como algo natural*, y con la heterosexualidad como sistema también naturalizado* de organización del deseo), y que conlleva la subordinación y minusvaloración de lo asociado al género femenino-las mujeres.

Por una vida libre de violencia...

Por una vida libre de violencia…

Mucho «ha llovido» desde aquella teoría de Gayle Rubin en 1975 acerca del sistema sexo-género, pero es una teoría que sigue explicando por qué las fontaneras (piensen en cualquier ocupación que forme parte de un yacimiento tradicionalmente masculino) tienen que ser muy buenas o excelentes si quieren ganarse la vida como tales, mientras que los hombres se convierten en grandes chefs frente a las «cocineras de toda la vida» (estilistas vs. peluqueras, etcétera) y crean un nicho propio revalorizado al que pocos pueden acceder…

Las mujeres seguimos cobrando menos por los mismos puestos, formamos el grueso de empleadas con reducción de jornada o adaptación de horario por personas y familiares a cargo, nos despiden si estamos embarazadas, seguimos sin atravesar tranquilas un parque en plena oscuridad (‘¿dónde íbamos a esas horas?’ ‘¿por qué vestíamos así?’ ‘¿por qué bailamos con él/ellos o fuimos tan simpáticas?’… ‘Seguro que queríamos algo más…’ ) o sufrimos agresiones sexuales si estamos bajo efectos de drogas (tengamos un problema de drogodependencia o no)

25 de noviembre un año más y hay que recordar que también las mujeres drogodependientes sufren violencia de género. Sí: por ser leídas cuerpos mujeres, no por «drogodependientes». Y la viven en la pareja, claro, como muchas otras mujeres; porque es en el ámbito de la relación sexoafectiva heterosexual donde más violencia sufrimos las mujeres. Pero también en la familia, y en el ámbito laboral, y en el ámbito público… En eso consiste la violencia de género: en un sistema estructural que permite la agresión de lo femenino por parte de lo masculino también en forma de relaciones interpersonales directas. Y parece que un día como hoy tengamos que recordar que no por «ser drogodependientes» es normal que la vivan. Lo desolador es que lo normal es que la sufran por ser mujeres, y que al encontrarse en una situación como la «drogodependencia» confluyan múltiples factores que redunden en un incremento de esa violencia a la par que en una justificación por esa situación de drogodependencia

Entender que la norma es la violencia de género (redundante sería afirmar que es hacia las mujeres) nos ayudaría a entender que ninguna mujer merece -o se justifica en forma alguna- la violencia que recibe se encuentre en la situación en la que se encuentre: también la drogodependencia.

(*) natural, naturalizado: invisibilizado como procesos sociales, fruto de una construcción sociocultural determinada.

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